jueves, 23 de diciembre de 2010

El baloncesto como concepto deportivo

Cada vez retraso más mis entregas y cada vez me es más dificil encontrar un hueco para aportar continuidad a este proyecto que tan ilusionadamente comencé. Por suerte, la milagrosa ecuación que relaciona tiempo e inspiración torna ahora fructífera, por lo que me debo a mi promesa de exponer de nuevo mi pensamiento.


Conforme más me adentro en el baloncesto y mayor es el tiempo que llevo dedicándole un sustancioso porcentaje de mi vida mayor es mi conocimiento acerca de sus virtudes y sus defectos. No deja de ser, me repito, un deporte, concretamente un juego, sujeto a unas circunstancias que lo convierten en limitado. No por ello se trata de algo coherente, que responde a las bases de la lógica para aquellos que no conocen el baloncesto en profundidad.

Como deporte y como juego es posible compararlo a tantos otros deportes que movilizan millones de personas alrededor del mundo. Pero sin embargo el baloncesto es distinto a todos cuantos he conocido. Yo, mi propia persona, he gustado siempre de practicar el deporte, y aunque el baloncesto ha sido el que más adentro me ha llegado, aquel cuyas raíces me llegan más profundamente, también he disfrutado conociendo otros, y es de la comparación de éstos con el basket lo que me ha llevado a reflexionar en numerosas ocasiones acerca de lo que lo convierte en algo especial.


Yo jugué al fútbol igual que cualquier otro niño por las mismas razones que cualquier otro niño: el fútbol es instintivo en el ser humano. Ver un balón, pegarle una patada y hallar en esto entretenimiento es tan humano como cualquier otra actividad vital. También lo vi, y lo veo, no sólo porque sepa apreciar la pasionalidad y la euforia que despierta, sino que también en parte carcomido por la ingente masa de publicidad que apedrea mi subconsciente y la cultura futblística de la que me veo rodeado, que hace que ver el fútbol sea casi un acto social en el que lo menos importante es el propio juego.


También jugué al rugby y le encontré numerosos parecidos con el fútbol. La ya comentada pasionalidad elevada al máximo exponente hace del rugby algo mucho más que un deporte, van ligados a él lazos fortísimos en los que ciertos valores humanos son más importantes que ganar o perder, lo que lo convierte en un deporte que admiro y admiré. Es, como el baloncesto, un deporte complicado y eso dificulta su difusión en aquellos países que, presas de su chauvinismo, son incapaces de seguir aquello en lo que no triunfan los suyos.



Y es aquí los comparo con el baloncesto. El fútbol, por ejemplo, debido a su carácter instintivo se convierte en un deporte fácilmente practicable, en el que casi cualquiera puede tomar parte y cualquiera puede seguirlo con facilidad. No hay nada, quizás aparte del fuera de juego, que impida a una persona normal seguir el partido durante los 90 minutos sin perderse en ningún momento y encontrando todo lo que ve como algo lógico.

No es así el baloncesto. Quizá la frialdad que es necesaria para llevar a cabo un juego decente contrarreste con la emocionalidad y pasión de la que hacen gala algunos de los mejores jugadores de futbol del planeta. A lo mejor es simplemente un cambio de concepto: lo orgásmico de un gol se contrapone con lo rutinario de una canasta, lo imprevisible de un contragolpe en fútbol con lo sencillo de uno en basket, la tensión de lo decisivo de un penalty con lo mecánico de una falta o un tiro libre. Quizá sea esta frialdad que comento lo que hace que el baloncesto sea un deporte más distante con el espectador y con el que se siente menos identificado. Ver que los hombres que admira están físicamente a años luz de una persona media no ayuda a que el aficionado medio del deporte empatice con este juego.


Comparo yo el baloncesto al fútbol porque es muy corriente, en el círculo en el que me muevo, quejas acerca de la gran atención mediática que despierta el primero en detrimento del segundo. Siempre tuve yo una postura muy imparcial al respecto: disfruté de ambos deportes en la medida en que creía conveniente. Tampoco podemos decir que el baloncesto es un deporte maltratado por los medios, si bien no recibe la atención que, al menos en este país, merece por los logros conseguidos, y por ser un deporte tan importante a nivel mundial.


Lo más destacable de mi desvarío posiblemente sea la conclusión de que en la balanza corazón-cabeza uno y otro deporte la desequilibran por un lado distinto. Y ya vemos para qué lado prefiere la multitud que dicha balanza sea vencida.

sábado, 30 de octubre de 2010

Sueños de baloncesto

Ante todo pedir disculpas por mi prolongada ausencia, disculpas no ya a los pocos que estan pendientes de mí, sino al compromiso que conmigo mismo firmé. No fue dejadez lo que me llevó a abandonar temporalmente esto, sino una falta de inspiración que producía que fuera incapaz de dar forma escrita a cualquier idea que se me ocurriera. Calíope es tan hermosa como escurridiza.


Pero vayamos al baloncesto.


Desde que tengo uso de razón lo que más me ha llamado la atención de este juego han sido los jugadores. Nunca entendí la fijación de los entendidos por entrenadores, mánagers, representantes, directivos; dinero, traspasos, topes salariales, contratos que vencen, decisiones técnicas..., para mí lo más divertido, casi lo único, era ver a un buen jugador jugar bien al baloncesto.


Solía fantasear con jugar yo en esos escenarios y ante esos rivales. Me imaginaba subiendo la pelota en un pabellón abarrotado, marcando el sistema mientras nueve hombres me prestan atención sabiendo que soy yo el que ahora decide a qué se va a jugar.


Normalmente volvía rápido a la realidad. No había posibilidad alguna, era inútil engañarse, jamás alcanzaría ese nivel físico y técnico necesario para experimentar aquello. Es por esto que miraba a los jugadores con una mezcla de admiración y desesperanza, pues nunca parecían disfrutar de aquello lo suficiente. Parecían más concentrados en encontrar lo que no tenían como privilegiados que en disfrutar de su privilegio. Se les iba la vida luchando por contratos, por dinero, por nada al fin y al cabo y por todo a la vez.


Pero yo seguía creyendo que ellos estaban hechos de otra pasta, programados desde su nacimiento, desde la configuración de su código genético para triunfar, para llegar ahí. Yo como jugador a un nivel muy distinto y muy distante, asumía que no era posible concebir en mi mente las cualidades psíquicas que ellos tenían. Alguien me dijo una vez que lo único que me separaba de ellos era el escenario, y en cierto modo tiene razón. Yo no tengo sus capacidades pero tampoco mis contrincantes, equilibrando así la balanza.


Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que tampoco ellos son conscientes de lo que viven. La escalera que han subido tenía unos peldaños tan cortos y pequeños que a pesar de lo empinada que era, al llegar arriba no les dolían las piernas. Y por tanto no podían sentir la euforia de haberla subido. Cuando uno está programado para ganar, para ascender, y va ascendiendo a lo largo de su vida, es algo tan común verse por encima que una vez llegas a lo más alto apenas te das cuenta de lo que has logrado, pues para ti simplemente ha sido otro escalón más que subir.


Por esto ahora una vez miro fríamente mis desvaríos y mis fantasías de años atrás reculo un poco. Me cambiaría por cualquiera de ellos. Pero no al precio de no saber cuál ha sido exactamente el cambio.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Steve Nash: Triunfador ante el fracaso

Antes de nada, disculpen mi prolongada ausencia debido a mis merecidas vacaciones. Mi idea en este blog sigue intacta (véase primera entrada), mas no así mi compromiso, que quizá pierda algo de fuerza en lo sucesivo, pero no cederá del todo.


En aquel paraje donde la competición y el palmarés no existen, donde los prófugos y los exiliados desprecian los parámetros marcados y las líneas a seguir se borran habita Steve Nash, ahora y siempre.







Steve Nash siempre ha sido un jugador peculiar. Donde otros insinúan, él exhibe, donde otros trabajan, él holgazanea, donde otros respetan, él abusa, donde otros gustan, él enamora. Nunca imaginamos, desde sus inicios en Santa Clara (siendo elegido jugador del año en Soccer y Basketball), el jugador en el que se iba a convertir. Llegado a unos Suns con Jason Kidd de base titular aprovecharía su corta estancia en Arizona para aprender de él lo poco que pudo, estando al servicio durante casi 10 años en Dallas. Personalmente, creo que su paso por los Mavericks lastró su carrera, ya que estuvo atado a un equipo al que, por condiciones baloncestísticas, no pertenecía, y le robaron los años más importantes físicamente hablando en la vida de un jugador. Se comenta que fue el propio Dirk Nowitzki el que pidió, a pesar de la amistad que les unía, que le traspasaran, por no ser capaz de seguir el ritmo del canadiense en los partidos.




Es en Phoenix donde vemos al verdadero Nash. Donde damos cuenta de sus habilidades por completo. Aquí es donde el canadiense, junto con Mike D'Antoni (curiosamente ''el europeo'' jugó el baloncesto menos europeo de los últimos tiempos), revive un estilo de juego que pretende ser el run&gun de los Lakers optimizado, y por esto mismo, empeorado.

Donde Magic tenía un martillo, Worthy, Steve tenía dos: Amare y Marion. Contaba además el canadiense con todo un elenco de tiradores con los que gustaba de finalizar contraataques y transiciones, desde Joe Johnson hasta Kurt Thomas y él mismo. Donde los Lakers tenian a sus espaldas un equipo serio en defensa, Nash se encontraba con un equipo que no sufría si el rival tenía que tirar sólo. No fue nunca un jugador colectivo en el amplio sentido de la palabra, pues un jugador con tal calificativo saca siempre el mayor provecho de sus compañeros y Nash no tenía esa capacidad. ¿O acaso Joe Johnson jugaba en Suns mejor que Jared Dudley, desempeñando el mismo papel?


Quizá el jugador que mejor ha jugado el Pick&Roll de la historia, mejor aún que Stockton, pues donde éste en ocasiones se empeñaba en buscar el corte del hombre alto (justificado por el poderío físico de Karl Malone) Nash añadió una variante poco usada hasta ese momento y la elevó hasta hacerla imprescindible en cualquier esquema de cualquier entrenador del mundo: la inclusión del tercer hombre, añadido a su capacidad para el tiro de tres si el rival se quedaba en el bloqueo o lo pasaba por detrás (letal este tiro suyo). La inclusión de un tercer hombre en el bloqueo y continuación, digo, es fundamental para entender el juego estático de los Suns desde 2005 hasta hoy. Este tercer jugador es siempre (o casi) un alero tirador que se abre y aprovecha la ayuda de su defensor hacia el pivot que corta para quedarse solo en la linea de 3.

Nash veía todo esto como si este baloncesto lo hubiera inventado él. Desde Magic, nunca vi dirigir un contrataque ni una transición como él hace.




El defecto más destacable del juego de Nash quizá sea su elevada media de pérdidas por partido. Evidentemente vienen dadas por el tremendo riesgo en todos los pases que intenta, y es por esto que siempre suelo decir que no lo ficharía para mi equipo. Pero es el precio a pagar si juegas ese estilo de juego. Los resultados ''acompañan'': si bien nunca ha llegado a unas finales, siempre arrasa en regular, jugando a un alto nivel. Nunca fue, tampoco, un buen defensor. Es un jugador que ataca muy revolucionado y necesita reposar en defensa, además nunca tuvo a sus espaldas entrenadores que le pusieran obligaciones defensivas.


Nash siempre fue, es y será mucho más que un ''youtube legend'', porque él obtuvo ciertos resultados. Y yo al menos, cuando vuelva la vista atrás y le recuerde, no sentiré pena por lo que el baloncesto no le dio, sino alegría por lo que él le dio al baloncesto.

miércoles, 14 de julio de 2010

Reflexiones entre aros

Cuando caigo por la borda y no hallo salvavidas al que agarrarme, cuando observo desde mi apartada ventana la felicidad que probablemente no merezca, pero no he hecho nada por desmerecer, cuando observo el injusto trato que el destino me dispensa, cuando veo mi poco talento mal premiado y mi mucha torpeza bien remarcada, cuando echo la vista atrás y observo que por más que voy en busca de la suerte, cada vez se esconde más y cada vez me queda menos tiempo para encontrarla, regresa a mi cabeza el baloncesto, y lo hace como una bocanada de oxígeno tras minutos ahogandome, como un trago de agua tras días de sed. De repente me vienen recuerdos, motivaciones, sueños. De repente me olvido de lo que me hizo caer por la borda y nado con todas mis fuerzas de nuevo al barco. Desconozco el porqué de este mecanismo en mi mente. Supongo que poco tiene que ver con el factor deportivo del juego. Pero es curioso, porque tambien el baloncesto ha sido factor de decepciones y frustaciones, acaso las mas grandes. Pero es como si premiara mi fidelidad a pesar del carácter negativo anteriormente descrito, con esta función evasiva que desconocía hasta hace poco.


No me he enfrentado a grandes problemas en mi vida. No han habido enfermedades graves, ni he perdido seres queridos ni he tenido problemas familiares. Quizá sea por eso por lo que cada mínimo fracaso que se une a la colección golpea en las agrietadas paredes de mi voluntad y vitalidad con fuerza. Es entonces cuando acudo como emergencia al baloncesto, en cualquiera de sus formas. No conozco mayor sedante, ni consuelo más fiel.


Algunos verán en este discurso a una persona débil. Me enseñó alguien una vez que expresar tus sentimientos no es sintoma de fragilidad sino de valentía. Pero supongo que también un valiente puede ser frágil, de la misma manera que un cobarde puede encerrarse entre los muros de su mente.

martes, 22 de junio de 2010

Evolución Histórica de la posición de Center

Cuando empecé a jugar a baloncesto destacaba mucho por mi altura. Lo cierto esque no había nadie (y no lo hubo hasta bien entrada la adolescencia) más alto que yo en la liga. Y a pesar de mis pataletas hacia los distintos entrenadores que tuve por jugar por fuera para emular a mis ídolos Bird, Drexler, Jordan, English y compañía, nadie me movió más de un par de metros de debajo del aro.

Qué aburrido es ser pívot, pensaba yo, mendigando balones a los jugadores exteriores quienes lo hacen llegar dentro como quien hace un favor, esforzándote por improbables rebotes ofensivos, arriesgándote a faltas para intimidar abajo, luchando contra jugadores más fuertes por un milímetro de cercanía al aro...


Ya contaré más experiencias personales, pero lo cierto esque me equivocaba. Ni tiene por qué ser aburrido jugar por dentro ni es una posición de relleno para que los exteriores se diviertan.


La posición de pívot tiene dos variantes claramente diferenciadas antaño, ahora un poco menos en el baloncesto actual. Estas dos variantes estaban separadas por el océano Atlántico, ni más ni menos. Las menores dimensiones de la zona de juego ofensivo europea, así como la posibilidad de una defensa zonal, no permiten la colocación de un hombre alto en el poste (center) y otros dos a ambos lados de éste (forwards), sino que se opta por poner a dos hombres altos a los lados de la canasta para evitar dobles o triples defensas en torno a un único hombre alto en caso de defensa en zona.


Como digo en Estados Unidos no es así, o al menos no siempre lo fue. Hasta George Mikan el pívot era el epicentro total del juego ofensivo. No se concebía una posesión sin que el balón pasara por el center. Hay que recordar que hablamos de una época muy distinta, en la que era extraño que un equipo contara con más de un jugador que alcanzara los dos metros, y muy raro que superara los 2'05 o 2'06. Por lo tanto, un center era un jugador muy superior al resto de sus compañeros físicamente y muy necesario en defensa para frenar penetraciones rivales y rebotear.


La total dominación que exhibió Mikan cambió las cosas. Por su culpa, la NBA agrandó las dimensiones de la zona restringida a los 3 segundos ofensivos, por lo que el pívot ya no tendría una ventaja tan desmesurada. Aún así, el pívot seguía siendo el referente absoluto del equipo, haciendo posible que incluso jugadores sin apenas recursos ofensivos como Bill Russell no fuera extraño que hicieran no pocos partidos con 30 y 40 puntos. Como máximo exponente del pívot como eje de un equipo de baloncesto en esta época cabe destacar, cómo no, a Wilt Chamberlain, cuyos registros estadísticos casi sobrehumanos sirven como prueba del grado de importancia que un center podía llegar a tener en un equipo.


Durante la década de los 70, aun con la presencia de pívots muy importantes en la historia del baloncesto y tremendamente relevantes en la NBA de la época (primeros pasos de Abdul-Jabbar, Dave Cowens, Bill Walton etc.) los jugadores exteriores empiezan a hacerse con el control ofensivo del juego, puesto que empiezan a verse escoltas y aleros que se acercan e incluso sobrepasan los dos metros pero mantienen la coordinación y los fundamentos ofensivos exteriores de antaño. Este equilibrio ofensivo entre juego interior y juego exterior se verá profundamente pronunciado con la inclusión de la línea de tres puntos en el año 1979.

En esta época ya es relativamente habitual encontrarse con jugadores que sobrepasan los 2'10 de estatura, haciendo así difícil que un pívot dominara simplemente por superioridad física.


Entre los 80 y los 90 se da la curiosa situación de que, siendo como fue la época donde los jugadores exteriores alcanzaran más importancia en el juego que nunca, restándosela al juego interior, se suceden la serie de jugadores interiores más dominantes de la historia. La cúspide en la carrera de Kareem, Hakeem Olajuwon, Shaquille O'Neal, Alonzo Mourning, Mark Eaton, Patrick Ewing, el híbrido Charles Barkley, David Robinson, Marcus Camby, el joven Duncan, Dennis Rodman y alguno más que no me acuerdo (o no me quiero acordar) protagonizaron innumerables episodios memorables en la liga.

Ahora, el jugador interior no se limita a recibir de espaldas y soltar un gancho o empujar e intentar superar al defensor por la fuerza. Ahora el pívot también encara el aro, amenaza con tiro exterior, algunos incluso son capaces de anotar triples. Ahora, buscan a sus compañeros en los cortes a canasta y juegan con el otro interior. La evolución física del resto de posiciones les libra de determinadas obligaciones. Ya no tienen que cojer catorce o quince rebotes por partido, el equipo cuenta con jugadores que debido a su altura pueden ayudar en el rebote. Tampoco necesita el equipo que intimide con tanta intensidad, puesto que ahora las defensas son mucho más grupales que individuales.


La decadencia de la posición de center ha sido tan vertiginosa que invita a pensar en que en un futuro no muy lejano desaparecerán los puestos en el baloncesto. Con la retirada de Shaq, que no debe estar muy lejos, habrá caído el último pívot dominante de la edad de oro del baloncesto. Ciertamente en esta decadencia ha influido mucho la evolución también vertiginosa de otra posición, la de ala-pivot o Power-forward. Hombres como Dirk Nowitzki, Kevin Garnett, Pau Gasol, Tim Duncan, Amare Stoudemire, Chris Webber, Zach Randolph y un largo etc han relegado al center a un área secundaria.

La mayoría de estos Power Forwards actuales necesitan de un hombre alto interior que les libere de responsabilidades defensivas y que les ayude a explotar sus virtudes ofensivas. Así los equipos que cuenten en sus filas con un ala-pivot estrella no necesitarán a un center de grandes cualidades. Basta con que cumpla con una serie de requisitos físicos y un mínimo de fundamentos defensivos y ofensivos, y jugará muchos minutos. Este center actual se dedica a realizar ayudas al PF en defensa y a sacrificarse en forma de desgaste físico y faltas, y en ataque recojerá las migajas que le deje su compañero interior en forma de pases tras dobles defensas y descargas ante defensores duros, quedando así su papel la mayoría de las veces a meterla para abajo y jugar algún que otro pick&roll aislado con los exteriores.


Muy alejado queda aquel papel de protagonista total del juego ofensivo. Actualmente, sólo Orlando, con Dwight Howard, tiene como referente del juego a un center. En menor medida, Houston, con Yao Ming, L.A. Clippers, con Chris Kaman y Minnesota, con Al Jefferson, tienen en sus filas pívots que pueden jugarse algunas posesiones. En el resto de equipos, los centers quedan relegados a papeles secundarios. Y el futuro inmediato no es muy esperanzador.


Y es curioso porque hay un viejo axioma baloncestístico que dice que el que tiene un base y un pívot tiene un equipo.


Y yo, como pívot, no puedo estar más de acuerdo.

sábado, 5 de junio de 2010

El Efecto Jordan

Hace algunos días el héroe de estos Celtics finalistas, Rajon Rondo, confesaba que ''no había visto jugar jamás a Michael Jordan''. No sólo a él sino a ningún otro jugador. Por lo visto Rondo no vio un partido de baloncesto hasta que, con el instituto, lo llevaron a ver un partido de los Heat. Rajon Rondo, ese que parecía imitar a Olajuwon con sus fintas, a Isiah Thomas con su manejo y dirección, a Payton con su defensa, resulta que no sabía ni quién diablos eran estos tíos.

Excusaré a Rondo diciendo que no tuvo una infancia precisamente fácil y ver partidos de baloncesto en una tele de pago no era una de sus prioridades. Pero he aquí mi pregunta: ¿Realmente devalúa este hecho a Rondo como jugador? ¿Sería Rondo un jugador distinto de haber visto a Jordan jugar?


El impacto de Jordan en el baloncesto fue enorme. Era una época aquella, la de los 90, en la que se preveía que decayera la NBA. Los grandes equipos históricos, Celtics y Lakers, caían sin remedio y no había sucesores claros. Llegó Jordan y llevó a un equipo sin historia a la más absoluta de las glorias, primero en solitario, después bien acompañado.


Pero el choque que provocó fue tal que a mi juicio, incluso hizo daño al baloncesto, aunque en ínfima proporción a lo que le dio. Porque los extremos jamás son buenos, el extremo individualismo no iba a ser una excepción. Y Michael Jordan, estadísticas aparte, cargó con el peso de aquellos Bulls de tal forma que jugaban por y para él. Llevó el Star System a un extremo que no se había visto hasta entonces.


Y el Star System puede dañar al jugador en formación. Porque un jugador joven que observa que una superestrella es capaz de anotar 30 o 40 puntos quiere imitarla. Lo que ese joven no sabe (o no quiere) ver esque para anotar 30 o 40 puntos, generalmente, hace falta un equipo detrás que genere situaciones ofensivas en las que sentirse cómodo. Y esto, ante talentos de proporciones estratosféricas como se ven en la NBA es posible. Pero no con un jugador en formación.


Elegí ejemplificar con Jordan porque las declaraciones de Rondo me lo pusieron en bandeja pero es perfectamente extensible a todos los jugadores cuyos equipos sitúan en la piedra angular de su Star System.


Así, el joven jugador interior se sentirá frustrado cuando no se la pasen al poste alto y le aclaren el juego, el joven base no entenderá la regañina de su entrenador después de jugarse un triple tras un bloqueo y continuación y el anotador compulsivo no verá qué tiene de malo ser permisivo en defensa para descansar de su frenético ataque. Porque Nowitzki, Nash o Iverson lo hacen.



Cuando era más joven criticaba a mis compañeros de equipo porque no veían baloncesto. Porque yo también era como los jugadores que acabo de citar. Sólo hasta que no comprendí que en el baloncesto también es adictivo cerrar rebotes, defender duro y poner bloqueos no alcancé a entenderles.


Rajon Rondo no sólo ve baloncesto ya, sino que lo vive al 100%. Antes de llegar a la NBA era un jugador puro, una diamante en bruto, era él y solo él y su total personalidad como jugador. Pero luego supongo que otra gente que sí vio a Jordan jugar le modificaron. Parece que para bien.

Pero por desgracia no todos somos Rajon Rondo.

La Mentalidad Ganadora (II)

Es en el deporte donde la mentalidad ganadora se observa más a simple vista. Es así porque cualquier deportista de élite compite para ganar, esto es, no existe otra motivación (o no debería) que explique el porqué se deja la piel en cada exhibición. Pero poseer la intención de ganar no significa tener una mentalidad ganadora.


Parafraseando de nuevo a Freud, dijo en uno de sus ensayos que el deporte es una canalización de la ira. El hombre, por tanto, canalizaba su furia más primitiva a través del deporte. Yéndonos al baloncesto esto es claramente visible en muchos jugadores de todos los tiempos; desde Frazier hasta Ben Wallace, desde Rodman hasta Bruce Bowen.


Pero un ganador es distinto. Un ganador posee, aparte de lo explicado en mi antigua entrada, el factor psiquico más importante, desde mi punto de vista, del baloncesto: la confianza. Así, cuando Bird lanzó el último tricolor del primer concurso de triples de la NBA levantó el dedo un segundo antes de que cayera, sabiéndose ganador. De la misma forma Bryant es capaz de anotar casi cualquier suspensión sin importar cuántos defensores tenga encima o cuánto deba variar su mecánica.


El máximo exponente de la confianza lo protagonizó Tracy McGrady con aquella gesta de los 13 puntos en 30 segundos. Si miran el video por internet (soy demasiado torpe para ponerlo) se darán cuenta de lo siguiente: McGrady en primera instancia anota un triple. En la siguiente jugada, lanza otro, esta vez con Tim Duncan delante. En la siguiente, una contra, lanza otro triple, esta vez con 4 defensores alrededor. Bien, hasta el más egoísta de los jugadores hubiera pasado el balón tanto en el desajuste con Duncan como en el contraataque con cuatro defensores encima. Pero McGrady sabía que no merecía la pena. Él, que se conocía como nadie, sabía que estaba tocado por la varita de la confianza.


En el baloncesto se suelen etiquetar con rapidez a los jugadores como perdedores o ganadores. Precisamente McGrady está unánimemente etiquetado como perdedor. Normalmente uno se va al palmarés para juzgar esta cuestión. Pero la mentalidad ganadora va más allá del palmarés. Porque los anillos no los ganan los jugadores, sino los equipos.

domingo, 23 de mayo de 2010

La Mentalidad Ganadora: Causas y Consecuencias (I)

De entre las muchas cualidades innatas que el hombre atesora ninguna me resultó nunca más valiosa, por lo exclusivo y extraño, que la de ser un triunfador.


Freud decía que infravaloramos nuestro subconsciente. Que nos creemos demasiado dueños de nosotros mismos cuando en realidad un elevadísimo porcentaje de nuestros actos se debe a impulsos. En los años que llevo de vida poco he podido experimentar como más salvaje y animal que la competitividad del ser humano. Mucho más que en los animales, pues mientras a éstos los mueve el hambre, la sed o el celo, al hombre le mueve la metafísica sensación de ganar. Más aún. Hay quien sacrifica dinero y tiempo (traducible a cosas como alimento en el idioma animal) en pos de saborear el triunfo.


Teorizo sobre que la mentalidad ganadora existe. Sobre que hay personas programadas para ganar. Sus respuestas instintivas hacia ciertos estímulos externos serán muy diferentes de aquellos que no compartan su don, a grandes rasgos. La mentalidad ganadora no es una cualidad clara y diferenciada, como por ejemplo ser bueno en matemáticas o tener facilidad para los idiomas. La mentalidad ganadora lleva intrínseca otra serie de capacidades de las que necesita.


Según mi experiencia la capacidad más importante de la que bebe la mentalidad ganadora es la constancia. Toda lógica comprende que cualquier reto en el que uno fracasa puede (o pudo) ser superado a base de constancia, siempre y cuando el triunfo en ese reto dependa exclusivamente de uno mismo. Un ganador es constante en su trabajo, siempre. Porque posee la mayor motivación que existe en la tierra: ganar.


He conocido a muchos que critican mi opinión (lo cual siempre les agradecí). Comprendo que es difícil asumir que la mayoría de nosotros estamos condenados a tender a fracasar en nuestros propósitos antes que a triunfar. De hecho, mírense a sí mismos y piensen en la proporción de fracasos contra éxitos a lo largo de su vida. El de sueños cumplidos por el de sueños rotos, y no me refiero a querer ser astronauta precisamente. Existen personas extraordinarias que convierten ese balance en positivo. Y entonces es cuando yo me niego a creer que ha sido sólo cuestión de suerte.


No por ganar siempre se es un ganador. Hay quien la genética dotó de una base muy sólida para solventar futuros problemas. Así, aquel hombre alto y fornido, de facciones fuertes y voz agradable conseguirá el trabajo antes que el bajito y feucho. Y no lo digo yo, sino la estadística aplastante. No sé si conoceran ustedes la historia del debate electoral que tuvo lugar en 1960 entre Nixon y Kennedy. Pasó algo muy curioso que explica mi ejemplo a la perfección. Por aquella época la radio y la televisión tenían una audiencia en términos de millones de espectadores similar. Pues bien, el mismo debate, transmitido en ambos medios de comunicación, tuvo como ganadores a ambos contendientes, uno en cada medio. Adivinen quién ganó el televisivo.


Como digo, poseer una genética que ayude a ganar no significa ser un ganador. Yendo al deporte, cuántos grandes talentos técnicos y físicos se quedaron por el camino por falta de motivación o constancia. A cuántos nos habremos perdido.

Pues bien, es aquí donde entra la mentalidad ganadora. Aquí especialmente. Porque un ganador posee ese empuje, esa fuerza, ese espíritu. Esa voluntad que lo diferencia del resto y le hace triunfar.



Pagaría lo que fuera por pertenecer a tan selecto club. Pero me temo, que esta es una de esas pocas cosas que el dinero no compra.

sábado, 15 de mayo de 2010

Crónicas de un patio trasero

Nunca me consideré un hombre afortunado. Nada siquiera cerca de tal concepto. Pero quiso el destino compensar mis desventuras con una bonita canasta de baloncesto.


Contaba yo con pocos años de edad cuando supliqué a Padre por ella. Me imaginaba por el resto de mis tardes allí, en mi patio, jugando a lo que por aquel entonces no era más que un juego. Me iba con mi pelota, y hasta que mi pobre vecino me suplicaba clemencia, o hasta que oscurecía, botaba y botaba, lanzaba y lanzaba.

Poco queda ya en mí de aquel muchacho. Aún hoy, de vez en cuando, asomo la cabeza y veo a mi canasta, impaciente, como un cánido que aguarda que se le dé de comer. Aguanta tormentas, nevadas y lluvias torrenciales. Estoica, como si creyera que está en deuda conmigo.


Qué equivocada estás, canasta mía. Aguardas la tempestad, y te abres ante mí, como el amigo que no sólo se alegra sinceramente de verte, sino que te invita a comer. Como el psicólogo que no sólo te pasa consulta, sino que además no te cobra. Como el profesor que no sólo evalúa mi trabajo, sino que además me ayuda a perfeccionarlo.


Es duro fracasar en esta vida. Y no por más hacerlo se acostumbra uno antes. En ocasiones, cuando mi mente empieza a nublarse y mi corazón se encoge, me calzo lo primero que pillo y voy a visitar a mi canasta. Y de repente todo cambia. No esque mejore. Simplemente, cambia.

Y hay un pequeño lapso de tiempo, entre tiro y tiro, en el que sin previo aviso, como las tempranas gotas de lluvia sobre la ventana, vuelven a mi mente todos esos fantasmas. Agarro el balón y no consigo espantar de mi mente todo eso. Los éxitos que no puedo alcanzar, las trabas que no puedo superar, las personas queridas que no puedo complacer, las mujeres que no puedo amar...



Y entonces, mi diestra suelta otro latigazo.

domingo, 18 de abril de 2010

De rectificaciones y nombres

El rol de jugador mundial de baloncesto lo han ostentado muchos jugadores a lo largo de la reciente historia. Aquél que todos, hasta al que no le gusta este deporte, conocen. Su fama va más allá de su valía deportiva y se convierte en un icono popular, una celebridad a nivel global. Quizá nadie como Michael Jordan para ejemplificar lo que digo.


Si algo caracteriza a esta selecta clase de jugadores es la cantidad de críticos que despiertan. Y lo mucho que se mitifican al retirarse.


Y es curioso porque yo me situaba más a favor que en contra de esos críticos implacables y hasta fanáticos que se enervaban con cada nuevo comentario que oían ensalzando la figura de LeBron James




Permítanme excusarme. Observé que el ciclón James venía y nadie podía pararlo. Éste, me dije, no es Dajuan Wagner. Y viéndole jugar en el instituto me di cuenta de lo que sufriría el baloncesto que yo amaba con él como principal referente. Posiblemente no volvería a ver especímenes que tanto adoraba ver como Tim Duncan o Paul Pierce. Así pues fui muy escéptico con el James rookie. Y de hecho, lo que escéptico, lo he sido hasta hace poco.


El juego de James ha evolucionado, muchísimo. En su etapa de instituto no era infrecuente verle recibiendo de espaldas en estático, pero no es una etapa válida esta para referirse a este jugador, pues la superioridad de St Vicen's-St Mary's era tan grande que muchas veces jugaban a medio gas. No tuve opinión sobre él hasta que aterrizó en la liga, por varias cuestiones. Una, como ya digo, no me pareció elocuente evaluarlo según su rendimiento en el HS. Dos, preferí esperar a ver cómo se desarrollaba en una competición tan distinta, en un equipo presumiblemente perdedor en caso de ser (como fue) nº1 del Draft y con físicos a su altura. Tres, si algo destaca al aficionado mediocre y dominguero del resto es el temprano y rotundo juicio sobre determinados jugadores, ya sea para ensalzarlos, ya sea para defenestrarlos. Y me niego a verme incluido en tal grupo de seguidores.


Por un lado me sorprendió su temprano rol de base. Una cosa era subir balones y otra era manejar el juego totalmente, si bien hay que decir que aquellos Cavs no tenían ni un solo jugador de estas características. Poseían un quinteto sólido y físico pero carente de talento, de capacidades. Con Miles y Davis, LeBron contaba a su lado con dos grandes finalizadores que por evidentes cuestiones de falta de experiencia no supo usar. Por dentro, Boozer equilibraba al equipo. Hoy puedo adivinar por qué James no exprimió más aquel equipo, pero por aquel entonces su actitud me decepcionó bastante.


Tras algunas temporadas en las que los Cavs adquirieron cierto potencial exterior LeBron quedó relegado a la posición de alero, que hoy ostenta, y que por condiciones más merece (si bien es cierto que estadísticamente es muy difícil de clasificar). En los sucesivos años me decepcionaron de él varias cosas. La primera fue su incapacidad para mejorar aspectos como el tiro exterior y el tiro libre. La segunda fue su poca aportación en los momentos de la verdad en PO. Sólo le recuerdo una buena serie contra Detroit. En las finales del 2007, Bowen lo anuló. Contra Boston, le recuerdo horribles partidos en 2008, y una incapacidad grande en el 7º partido para frenar a Pierce. En 2009 fue desquiciado por una defensa no estratosféricamente buena como la de Orlando.


Pero a dia de hoy LeBron es el mejor. No tengo duda. En primer lugar porque el único que le puede disputar ese puesto es Kobe, y el de Akron lee mejor el juego además de tener mejor físico. Mejoró los aspectos que le criticaba, alcanzó buenos porcentajes en tiros y ascendió estratosféricamente su número de asistencias en cuanto dispuso de un equipo competitivo.


LeBron es, como digo, un jugador enorme. Compararlo a la altura de Bird, Magic o Jordan me parece equivocado. Ni tiene el talento de los dos primeros ni el físico o la psique del tercero. Sólo su evolución me dará o quitará la razón.


Lo mejor esque yo estaré para verlo.

domingo, 11 de abril de 2010

Métodos de entrenamiento: El Tiro

En la serie Métodos de entrenamiento intentaré ir apuntando ciertos consejos que me han ayudado a lo largo de mi vida como jugador de baloncesto a la hora de optimizar ciertos recursos. El contenido de estos ''pasos a seguir'' es totalmente subjetivo y no garantizo el éxito, simplemente apunto que a mí me fueron útiles. He decidido empezar con el tiro en suspensión.



De todos los conceptos del juego quizá sea el tiro en suspensión el que más secretos entrañe. No hay dos jugadores en el mundo que tiren igual. Y es sin lugar a dudas el más subjetivo de los apartados del baloncesto. Hasta el entrenador de tiro más docto podría pasar meses intentando enseñar una mecánica a un jugador y que no diera resultados, y sin embargo dejarlo usar la que él creyera conveniente y obtener magníficos porcentajes. Esto se debe al factor psicológico del tiro.


El factor psicológico en el baloncesto tiene una determinación elevadísima. Pero donde alcanza su máximo exponente es en el tiro. Ningún jugador puede anotar una suspensión si la visualización de la misma no es positiva. Pero sin embargo crear una visualización positiva del tiro no consiste en creer que el tiro va a entrar, como el navegante que espera llegar a puerto sin ajustar sus velas. Consiste, desde mi punto de vista, en confiar en tu mecánica y en tu manera de realizarla. En los pasos que sabes que has seguido toda tu vida y que ahora no te van a fallar.


Probablemente el dejar la mente en blanco y permitir a tu intuición actuar es una buena manera, pero entramos en la paradoja de que si piensas en ello, ya no estará actuando tu intuición, por lo que ésta sólo aparecerá en momentos inesperados.


Posiblemente una duda frecuente sea cómo educar la muñeca. Suele ser más productivo empezar desde muy joven, pero sin embargo vemos constantemente ejemplos de jugadores que consiguen ser efectivos tarde en sus carreras, como Jose Manuel Calderón. Un problema que modifica negativamente la mecánica del jugador suele ser la fuerza, el hecho de ''no llegar'' desde todas las distancias. El proceso de aumento de la fuerza de brazo es lento y necesita de muchas horas.


En el tiro en suspensión (al menos en un nivel correcto) no intervienen los músculos del brazo trabajables, esto es, no es posible aumentar la fuerza de lanzamiento haciendo pesas. La única forma que hay de entrenarlo es acomodar una mecánica fiable y entrenarla primero desde muy cerca del aro, desde donde se llegue, e ir alejándose conforme se vaya adquiriendo fuerza. Este proceso lleva mucho tiempo, y muchas horas tirando.


Es también importante la colocación de los pies. Recomiento situarlos a la altura de los hombros y mirando ambos, de forma paralela, al aro. Lo hago porque, según la nomenclatura universal del tiro de Gonzalo Vázquez (posteriormente la adjuntaré), prefiero el tiro frontal, y la colocación de los pies de esta forma es indispensable para realizarlo con mayores garantías.


La potencia de salto que debe imprimirse variará en función de las capacidades atléticas del jugador. A mayor salto vertical y menor fuerza de salto, recomiendo un impulso mayor y viceversa.

Adjunto el post del foro de ACB.com donde G Vazquez nos da una acertada nomenclatura sobre el tiro.


http://foros.acb.com/viewtopic.php?t=188488


Magistral, como siempre.

martes, 6 de abril de 2010

La diferencia estadística a ambos lados del Atlántico (III)

Desde Europa, se ve la diferencia entre las dos orillas del océano tomando el americano como una orgía visual y deportiva sin comparación en éste lado. Ese desenfreno baloncestístico tiene como contrapunto el orden y el método que cada entrenador europeo pretende instalar en su equipo. Las consecuencias estadísticas son más que evidentes.


Por un lado en Europa no existen esos parámetros matemáticos que he citado anteriormente, existentes en la NBA. Tan sólo sabemos de un apartado estadístico (que no se bien por qué no adoptan en EE.UU), como es la valoración, que nos ayuda a orientarnos sobre la aportación numérica de cada jugador en cada partido. No es más que un puñado de cuentas:


(Puntos+rebotes+asistencias+balones recuperados+tapones+faltas recibidas+tiros de 1 anotados+tiros de 2 anotados+tiros de 3 anotados)-tiros de 1 lanzados-tiros de 2 lanzados-tiros de 3 lanzados-balones perdidos-tapones en contra-faltas=valoración

Parece una operación compleja pero a base de ver partidos uno la hace automáticamente. Puede parecer arbitraria e injusta, pero suele ser bastante reveladora acerca de quién ha aportado más. Favorece bastante a los jugadores interiores, puesto que son más propensos a rebotear y a anotar con altos porcentajes debido a la cercanía con la que lanzan, así como a recibir muchas más faltas e incluso taponar con más frecuencia.

El tema de las asistencias, que en pocas entradas he repasado hasta la saciedad, complica mucho a algunos bases pasadores a la hora de hacer buenos números en ese apartado. No sólo por los resabidos contraataques y transiciones, ni por lo que escribí en mi anterior entrega sobre el mismo tema. También hay que indicar que, ante una defensa zonal cualquiera puede ser el asistente, puesto que se trata de mover el balón rápido por el perímetro (la mayoría de las veces) para buscar tiros abiertos. No necesariamente debe ser el base el que pase el balón por última vez.


El pick 'n roll, que tantas asistencias da a los bases americanos, es más difícil de jugar aquí. Al haber menos espacio dentro de la línea de tres puntos, es muy sencillo que llege una ayuda a la continuación antes que el pase siquiera se produzca. Por eso esta jugada en Europa evolucionó (y posteriormente se exportó a la NBA) hasta que dentro del pick 'n roll se involucró a un tercer jugador, un alero tirador normalmente, que aprovechara que su par se veía obligado a ayudar en defensa para tirar abierto tras el pase del base o bien para conectar, si el defensor prefería no ayudar, con mucho más angulo con el pívot que continuaba. Aún así quedan en Europa auténticos maestros del bloqueo y continuación, como Ricky Rubio, Papaloukas y sobre todo, Pablo Prigioni.


Por suerte o por desgracia, el aficionado europeo tiene en cuenta muchos más aspectos que el estadístico a la hora de juzgar a un jugador. Pero ése es ya otro tema.

jueves, 1 de abril de 2010

La diferencia estadística a ambos lados del Atlántico (II) NBA

En la NBA la figura de la estadística como factor súper determinante alcanza su máximo exponente. Hasta el punto en el que la mayoría de los premios se otorgan en función de éstas. Por ejemplo, el galardón a mejor entrenador del año, no se lo lleva realmente aquel que mejor sistema tiene o el que mejor hace jugar a sus jugadores, sino el que consigue mayor cantidad de victorias o una mejora significativa del número de éstas con respecto a anteriores campañas. Por ese estilo, el resto.


Por otra parte es entendible que ver la estadísticas es la única manera de seguir una liga en la que cada equipo disputa 82 partidos de Regular Season más PlayOffs. Sería imposible conocer a la gran mayoría de jugadores si no fuera por las estadísticas. No nos aportan un conocimiento total del jugador pero sí muy aproximado. Por ejemplo: si un jugador mide 1'98 y pesa 90 kilos sabemos que será rápido y probablemente evitará el juego de poste. Si lanza muchos tiros de 3 con buenos porcentajes sabremos que es buen tirador y probablemente existan en su equipo muchos sistemas para que tire saliendo de bloqueos (usando su velocidad). Ya hemos pseudoadivinado un hipotético perfil ofensivo de un rival. Puede ser más o menos acertado, pero es mucho más preciso que si careciéramos de las estadísticas.


Los expertos norteamericanos suelen basarse en estadísticas raras que a los europeos nos suenan a chino. Las más importantes son:


Eficiencia: parecido a la valoración europea, en la que entran otros factores como los minutos de juego. Reúne las estadísticas principales y las opera dejando un único número. Suele ser la más fiable para determinar el grado de importancia de un jugador dentro de la liga.

Valor de base: una especie de media ponderada derivada del ratio asistencias/pérdidas en la que se le da mayor importancia a éstas últimas.

% de lanzamiento: media de los tiros de 1, 2 y 3.

% de tiro efectivo: media ponderada de lanzamiento en la que a cada tipo de tiro se le adjudica un determinado valor.


Índice de asistencias por cada 100 posesiones

Índice de pérdidas por cada 100 posesiones

Índice de posesiones de un jugador por 48 minutos

Aparte de las estadísticas por 48 minutos, a destacar la de rebotes y asistencias que suelen medir la determinación de los sextos hombres.



Sorprende ver cómo en EEUU todas las estadísticas se inflan con respecto a Europa. Los anotadores anotan más, los reboteadores rebotean más y los asistentes asisten más. Un razonamiento válido podría ser que, al durar 8 minutos más da más tiempo a hacer números. Pero sin embargo hacemos cuentas y no nos bastan esos 8 minutos de más para explicar el desnivel, al menos en las ligas con un mínimo de competitividad. Hay muchos factores que influyen y cada uno es diferente para cada apartado estadístico.


A la hora de anotar es mucho más fácil si se prescinde de defensas zonales. De hecho, un tirador sólo tendrá una buena jugada saliendo de bloqueos si la defensa es individual. De lo contrario las ayudas de la zona pueden complicarle tanto la recepción como el lanzamiento. Y si el anotador no es tirador, evidentemente ante la zona no se pueden jugar aclarados, ni 1vs1 en el poste. Esto permite que el anotador disponga de muchas más posesiones y tiros en la NBA que en Europa. Además el considerable aumento de contraataques y transiciones favorecen un mayor número de puntos en el casillero del scorer.


En cuanto a los rebotes, deriva de lo anteriormente explicado sobre la anotación. Al existir un mayor número de tiros, es cuestión de probabilidad que también haya un mayor número de fallos y con ellos, los rebotes. Además, la mayor potencia física de que hacen gala los jugadores americanos les permiten cerrar con mayor vigor el rebote y capturar más de esta manera.


Quizá el apartado de las asistencias sea el más famoso. Ya traté en el tema de los bases que es más fácil asistir liderando transiciones y contraataques. También la defensa individual es más propensa a jugar bloqueos y continuación donde un jugador interior potente (de los que no faltan en la liga) le resulta cómodo finalizar, sumando así asistencias para el base. Pero no queda ahí la cosa. El modo de adjudicar una asistencia en la NBA es, cuando menos, sorprendente. Yo mismo he llegado a ver un pase al interior, donde el pívot se ha jugado un 1vs1 al poste finalizando en canasta, ha llegado a contabilizar como asistencia. Esto evidentemente en Europa no se ve, donde incluso si el receptor del pase va en contraataque y debe botar el balón un par de veces no se cuenta como pase de canasta.


Quizá sea en el apartado de robos y tapones donde sí podríamos justificar el aumento medio a aquél lado del océano debido a la mayor cantidad de minutos que se juega, apuntando quizás que la defensa individual ayuda levemente la presión de las líneas de pase, instrumento fundamental a la hora de robar balones.



De todas formas hay una cita magnífica del gran Gonzalo Vázquez que, con su permiso, recitaré de memoria:

''En la NBA, las estadísticas no son el título, sino los créditos. Y mal espectador será aquel que crea haberla visto únicamente leyéndolos


Magistral, como siempre.

miércoles, 31 de marzo de 2010

La diferencia estadística a ambos lados del Atlántico (I)

El baloncesto es un deporte estadístico, le pese a quien le pese. Sería de necios negar el peso que un simple boxcore tiene sobre un partido. Y no ya sólo para tomar referencias sobre jugadores concretos. Hay hasta quien pretende adivinar el transcurso de un encuentro siguiendo sólo los vaivenes de los números a lo largo del mismo. Y puede que hasta lo consiga.

Es éste, pues, un rasgo que distingue al baloncesto de los demás deportes, sobre todo los de seguimiento masivo. Para el aficionado, los grandes jugadores hacen grandes números. Y sino, esque no lo son. Aún así parece haber consenso sobre ciertos jugadores para elevarlos a la altura de los históricos sin hacer grandes cifras y viceversa, para devaluarlos al grado de terrenales a pesar de hacerlas. En el primer grupo existen jugadores como Bill Laimbeer, Dennis Rodman (más allá de su faceta reboteadora), Robert Parish... Podríamos pensar que se debe a que eran jugadores que se centraban más en ayudar al juego colectivo que al propio. Pero yo creo que también premia la afición la entrega y el sacrificio con el que jugaban. Al aficionado le gusta creer que aquél que está ocupando el lugar que él mataría por tener lo hace siendo consciente de ello.

En el segundo grupo, tenemos el de los jugadores devaluados. Es difícil encontrar, históricamente, jugadores de este tipo, pues se tiende a mitificar a aquellos que se van para no volver. Y como menospreciar es fácil cada cual lo hace basándose en el criterio que tiene a bien. A Karl Malone le recriminaban que sin Stockton poco podría haber hecho en la liga. A Kobe, su espíritu egoísta. Incluso a Chamberlain, siendo como es imposible restarle mérito a la total dominación que mostró, se le desprecia por vivir en la época que vivió. Personalmente, yo me limito a disfrutar del baloncesto que ofrecían. Y critico jugadores, claro que sí. Pero razonando argumentos fundamentados, sobre todo, en el propio juego y en el propio jugador. Fundamentados. Es la palabra clave.



En Europa la cosa cambia un poco. Diversas variaciones tácticas con respecto al baloncesto norteamericano modifican la forma de jugar de los jugadores y por tanto, su aportación estadística. Los números siguen siendo muy importantes, pero ahora se toman en cuenta otros muchos aspectos. Así, se explica cómo jugadores que no promedian grandes números estan considerados entre los mejores, como Ricky Rubio, Dimitris Diamantidis o Matjaz Smodis. La diferencia entre la entrega total y pasión con que viven el deporte los aficionados europeos, contraria a la pasividad demostrada por los americanos es otro de los factores determinantes, ya que hay una clara diferencia de motivos a la hora de juzgar a un jugador.


Así pues, trataré el tema de la estadística en próximas entregas.

lunes, 29 de marzo de 2010

Tipos de Point Guard (IV)

Los bases físicos son (aparte de un compuesto que en disolución acuosa se disocia formando iones OH-, permitanme el chiste fácil) aquellos jugadores que la genética los colocó en la primera línea para jugar al baloncesto. No tienen por qué ser sólo jugadores ágiles y rápidos, también pueden ser fuertes y explosivos, y la gran parte suele tener una envergadura de brazos amplia. Ejemplos de este tipo de jugadores bien pueden ser Chris Paul, Gary Payton, Rajon Rondo, Alvin Robertson, Russell Westbrook, Mario Chalmers etc.


Normalmente los entrenadores usan la explosividad y el despliegue físico de un base de este tipo defensivamente. Se aprovechan de la capacidad que tienen de defender intensamente durante todo el tiempo que estén en cancha. Además, la mayoría de jugadores de este tipo suele ser de manos rápidas lo que les permite, junto con su gran envergadura, robar muchos balones y dar así posesiones extra a sus equipos. Además es curioso ver como buena parte de ellos cumple con el peculiar defecto de ser malos tiradores de lejos. Esto se debe a que en sus etapas de instituto y College, su físico estaba tan por encima del de el resto de rivales que no necesitaban desarrollar una buena mecánica para anotar con fluidez, les valía con romper a canasta y aprovechar transiciones y contraataques. Al llegar a la NBA se encuentran con físicos equiparables, por lo que les cuesta mucho promediar un elevado número de puntos. Es por esto que los entrenadores también comprenden sus limitaciones ofensivas y se dedican a explotar las cualidades que ya poseen.


En cuanto a sus tareas como base, sí que existe mucha variación. Los ha habido ordenados, con cabeza y conocimiento del juego como Gary Payton, y también alocados, agresivos y precipitados como Westbrook o Rondo. Estadísticamente suelen dar bastantes asistencias porque por lo general adoran el juego rápido y de transiciones, donde, al mínimo conocimiento de juego que uno tenga puede asistir con facilidad. También se valen de su físico para rebotear con fluidez, siendo los jugadores que con más facilidad alcanzan los triples-dobles.


Este tipo de jugadores es relativamente reciente. Esto se debe en gran parte a la evolución tremenda que ha dado la NBA de unas décadas para acá. No sólo a nivel médico-deportivo, en donde las técnicas para la potenciación física se han puesto en práctica por los mejores especialistas, sino también a nivel de scouting. Hace 40 años no todos los que nacían para jugar al baloncesto eran descubiertos. Hoy la NBA ha tejido un entramado a nivel mundial únicamente para seleccionar a los mejor preparados. Si le añadimos las capacidades que tiene la liga para desarrollar todo el potencial físico de un jugador, estamos hablando de una liga muy distinta en este aspecto de la que existía hace 30 ó 40 años.


Uno de los bases físicos que más atractivo me resulta de ver es Rajon Rondo





Rajon Rondo llegó a la NBA tras hacer carrera en Kentucky, universidad propensa a dar a la liga talentos defensivos como Tayshaun Prince y los futuros Cousins y Patterson. Llegó en una posicion baja del draft y por traspaso entre Phoenix y Boston. En su primer año aportó muy poco, los Celtics eran un equipo a la deriva totalmente y no necesitaban experimentar con un novato que poco iba a aportarles, al menos poco útil. Pero al año siguiente y con la llegada de Garnett y Allen la situación cambia.


Uno de los problemas que planteaba la hipoteca que los Celtics habían firmado era el descompensado quinteto que tenían. Habían vendido todos sus bases y sólo habían traído a Eddie House. Y luego estaba Rondo. Pocos sabían algo sobre él, más que llegó a la liga con vitola de buen defensor. Rajon Rondo dejó a la vista de todos sus virtudes y sus carencias ese año. Evidentemente no era buen tirador, ni siquiera tenía una mecánica digna de un jugador que juega treintaitantos minutos por partido. Y aún parecía tener cierto miedo a la hora de encarar la canasta. Toda su aportación anotadora venía de contraataques, transiciones y canastas fáciles que sus compañeros le daban. Aún así, el trabajo defensivo que realizo a lo largo de los Play-Offs, primero sobre Mo Williams, y sobre todo después con Chauncey Billups en las ECF le valieron la acreditación suficiente como para alcanzar el puesto de jugador necesario en el esquema defensivo del equipo.


Tanto el año pasado como éste Rondo ha necesitado dar un paso adelante en su aportación ofensiva. Pero ni avanzando a grandes zancadas compensa los pasos hacia atrás que dan los componentes del Big Three debido a la edad que ya tienen y las limitaciones del resto de sus compañeros. Rondo tiene un potencial limitado, al menos en el equipo y las condiciones actuales.


Aún así hace gala de ciertas características que lo elevan a la posición de estrella de la liga. Su explosividad física y su despliegue defensivo son brutales. No se prodiga en el 1vs1, pero lo suele resolver rompiendo a canasta. Además, tiene una auténtica colección de fintas de entrada a canasta increíblemente espectaculares y su manejo de la pelota esta a la altura del de los mejores de la liga. Como contrapunto su ya mencionado tiro en estático, bastante deficiente, y su capacidad limitada de lectura y dirección de juego.


Es difícil predecir qué ocurrirá en el futuro con el bueno de Rondo. Personalmente, me parece alguien entrañable, más allá de los rumores que pueda haber alrededor suyo. Quién sabe si para ver todo lo que Rondo puede dar de sí necesitará un cambio de aires. Igual, hasta Boston lo agradece.

Tipos de Point Guard (III)

A lo largo de la historia de la liga ha habido muchos bases con capacidades ofensivas potentísimas que se traducían en la capacidad del propio jugador para convertirse en el referente ofensivo de un equipo. Es lo que he decidido llamar bases anotadores



Es curioso. En ocasiones, la desgracia más grande puede tornarse en la suerte mas oportuna (aquello de ''no hay mal que por bien no venga''). Aquellos jugadores con los que la genética no se portó demasiado bien tuvieron una segunda oportunidad. Y aunque la generalización en el caso que voy a exponer alcanza el grado de falacia, me pareció que el grupo de los bases anotadores estaba en buena parte marcado por este tipo de jugadores. Aquellos que, como más de uno habrá llegado a concluir, ''si midieran 10 cm más veríamos...''. En este grupo se pueden incluir jugadores de todas las epocas, desde Oscar Robertson hasta Brandon Jennings, pasando por Latrell Sprewell, Allen Iverson, Gilbert Arenas, etc.


Por lo general este tipo de jugadores son atractivos al aficionado medio o principiante. Sobretodo en la NBA, donde se paga mejor el físico explosivo de que suelen hacer gala estos PG's. No confundamos, un base anotador puede ser también un jugador que promedie muchas asistencias. En la NBA, donde el baremo para otorgar una asistencia llega a ser desconcertante (sobre todo para aquel que esté acostumbrado a ver FIBA) a la más mínima visión de juego que posea un jugador de este tipo bien puede hacer noches de muchas asistencias, pues con la mera predicción de las defensas dobles y con alguna que otra penetración doblada lo consigue.


En la NBA, los jugadores de este tipo tienden a ser bastantes irregulares en cuanto a números a lo largo de una temporada. Esto se debe a que una defensa bien planteada les puede causar problemas. En la NBA es dificil promediar muchos puntos únicamente rompiendo hacia la canasta, incluso teniendo un físico privilegiado. Por eso, la mayoría de bases anotadores suelen usar bloqueos directos que suelen terminar en un tiro de media distancia (o pase doblado) ante una defensa de nivel medio. También existen PG con un magnífico tiro en suspensión que aprovechan el bloqueo para lanzar, o si se encuentran en un equipo con más referentes ofensivos, aprovechar espacios para tirar de lejos. Es el caso de hombres como Brandon Jennings, Eddie House, etc.

Evidentemente cada jugador es un mundo y no pretendo hacer creer que pasan todos por un embudo, pero lo que mi vida baloncestística me ha enseñado es esto.


Como ejemplo de este tipo de bases (aunque buena parte de aficionados no lo consideren como tal, pero se ajusta a lo que yo entiendo como PG) voy a poner a Allen Iverson




La historia de Iverson es una de esas historias que no esperas que tenga final triste. Su carrera universitaria se desarrolló en Georgetown, equipo acostumbrado a dar a la liga jugadores interiores grandes y muy dominantes (Pat Ewing, Dikembe Mutombo y un largo etcétera), que de repente sale con un jugador pequeñito, con un estilo de juego anárquico hasta el límite que suele permitir la NCAA. Elegido como numero 1 del draft del 96 (mismo draft que Kobe, Ray Allen o KG) llega a la NBA a unos Sixers con los que formaría un trío bastante potente junto con un Derrick Coleman en la cumbre de su carrera y un joven aunque prometedor Jerry Stackhouse. Su primera temporada al frente de un equipo a la deriva es de las mejores de su carrera, lo que le hace ganar el Rookie of the Year, a pesar de quedar 25º de 29 equipos. Al año siguiente se forma la estructura principal de lo que será el equipo que se mantendrá los proximos años; llega Eric Snow, Aaron McKie y Theo Ratliff (este ultimo se fue para luego volver) aunque el epicentro del equipo sigue siendo el trio formado por Iverson, Stackhouse y Coleman.


El equipo va ascendiendo temporada tras temporada hasta la 2000-2001 en la que se plantan en la final de la NBA. No tenían ese año especialmente buen equipo, no mejor que el que tuvieron años atrás. Pero la explosión de Iverson, que le valió el MVP, fue brutal. Ese año se hicieron con Dikembe Mutombo que también estaba en la cumbre de su carrera, y Tyrone Hill como complemento interior no estaba mal. Al llegar a las finales, Iverson realiza una auténtica exhibición ante la voluntariosa defensa de Tyronne Lue, pero los Lakers de esa época tenían un equipo plagado de recursos, precisamente de lo que los Sixers carecían.


En los próximos años la desbandada del equipo es grande. Hasta que en el verano de 2005 el equipo se refuerza con un Chris Webber que viene de dejar su etapa dorada en Sacramento, unido a la evolución de Iguodala y al talento que se le presuponía al tirador Kyle Korver más la (tambien supuesta) aportacion de Dalembert como interior dominador. El equipo hace escarceos con Play-offs sin demasiado éxito hasta que los Sixers deciden traspasar a Iverson antes de que se devalúe. A partir de ahí, la historia que todos conocemos: su paso por Denver con más pena que gloria, su caída total en Detroit y su triste vuelta a Philly.


Probablemente ha habido pocos jugadores más dañinos para lo que se entiende como juego de equipo que Allen Iverson. Pero también nos enseñó una lección: el baloncesto es un deporte de JUGADORES y como tal, ellos a veces también pueden decidir la suerte de un equipo al completo.

Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Injusto me temo que ha sido con Allen. No se merece tan cruel destino.

domingo, 28 de marzo de 2010

Tipos de Point Guard (II)

Lo que quizá a la mayoría de aficionados al baloncesto se le venga a la cabeza cuando oye la palabra ''base'' sea lo que yo voy a titular como base director o playmaker, esto es, aquél que dirige el juego ofensivo haciendo partícipes a sus compañeros más que a sí mismo. Se tiende a creer que estadísticamente debe promediar un elevado número de asistencias pero no tiene por qué ser así. Esto se ve muy claro en el baloncesto FIBA donde hay muchos bases que pueden haber realizado una dirección perfecta a lo largo de un partido sin hacer más de dos o tres asistencias (trataré el tema de la diferencia estadística a ambos lados del Atlántico en posteriores entregas).


En el baloncesto NBA el base director es aquél que responde muy positivamente ante ataques estáticos y sabe manejar ajustar el juego de su equipo al tempo del partido, y si es necesario, modificar dicho tempo. Ciñéndonos a esta descripción (más subjetiva que otra cosa) deberíamos excluir de dicha calificación a bases tan consagrados como Steve Nash o Rajon Rondo. Quizá el ejemplo del primero resulte más impactante. Hay que recordar que el salto de calidad que dio Nash se produjo a partir de su llegada a Arizona, en donde el juego del equipo se adaptó al baloncesto para el que el canadiense nació. Ni más, ni menos.



A lo largo de la historia el baloncesto ha conocido muchos bases directores muy competentes. Desde Cousy a Stockton pasando por Oscar Robertson y por supuesto Magic Johnson. Pero del baloncesto que yo he visto en vivo quizá ninguno como Jason Kidd en su etapa en New Jersey.





Quizá lo que posterice a Kidd sea su memorable gesta de más de 100 triples dobles en su carrera. Pero sin embargo le recuerdo encuentros memorables y sobre todo, cualidades tremendas. Su concepto de juego abarcaba prácticamente todos los ámbitos del baloncesto. En torno a él hay varias historias curiosas (dejando de lado su vida personal que la verdad, poco o nada me importa). Sus 1vs1 con Gary Payton en California con los que, dice, perfeccionó su técnica individual (y aquel juego de poste que liquidaba cualquier defensa individual del base rival), su tremenda irregularidad en el tiro de lejos, por el que pasaba una temporada de ser un excelente tirador y la siguiente un jugador al que se le podían dar metros, su intuición para el rebote, su magnifica defensa...


Recuerdo tiempos dorados en New Jersey, no hace mucho. Un equipo que teniendo como tenía, cuando llegó a las Finales a principios de siglo, muchas carencias, ofrecía un baloncesto de altísimo nivel. Y tambien recuerdo que al primer catarro de Kidd se desmoronaba todo.


Contó una vez que es duro ir al gimnasio cuando tus amigos salen para jugar en la NBA. Al menos por mi parte, tiene una ínfima recompensa: una gratitud infinita. Por hacerme disfrutar aún más del juego.

Si cabe.

Tipos de Point Guard (I)

No advertí en mi mensaje de presentación la intención didáctica del blog. No por enseñar al que lo lea, sino para evitar olvidar lo que ya sé, o mejor dicho, creo saber. Porque el conocimiento baloncestístico es, en ciertos aspectos (como el de cada deporte en general) muy subjetivo. Así que, desde mi opinión más o menos fundamentada (no mas que en ver partidos y jugarlos) escribiré sobre los ya mencionados aspectos del juego.


Vivimos una buena época de bases en la NBA. Pocos equipos son los que no cuentan con un 1 fiable y de garantías en su plantilla (curiosamente uno de ellos son el actual campeón y muy probable favorito al título, Los Angeles Lakers) Si hiciéramos una lista de mejores jugadores de la liga, la proporcion de bases con respecto al resto de posiciones sería bastante elevada. Lo que nos lleva a pensar en la homogeneización técnica y física de dicha posición. Nada más alejado de la realidad.


Si nos vamos a la enciclopedia del baloncesto, aquella que sólo es usada por entrenadores de última fila y que los grandes de la historia despreciaban, un base es un jugador con unas características muy marcadas, más que cualquier otro jugador. Pero sin embargo existen bases de todos los tipos. Cabe el razonamiento de que, por la caprichosa selección de la estatura, estaban destinados a jugar en tal demarcación, independientemente de las capacidades de que fueran dueños (algo similar, aunque lejano, de lo sucedido con jugadores interiores). Pero la mayoría de bases que sabían hacer algo distinto, al llegar a alto nivel, o bien se han adaptado (perdiendo así años de adquisición de una identidad deportiva) o no se han sometido al embudo impuesto por entrenadores cortos de miras (o cobardes) y han caído en el olvido.


Un base es un jugador esencial. Mucho más de lo que el aficionado medio puede creer. No tanto para la consecución de un resultado como para la potenciación de las capacidades de un equipo (o la disminución). En inmediatas entregas extenderé mis conocimientos sobre los Point Guards de la liga.

Sean bienvenidos

No más que un joven con mas ganas de aprender que de enseñar, así me presento. Me gustaría algún día poder decir que gracias al blog lo he conseguido. Aprender algo, me refiero. No pretendo registrar numeros históricos de visitas, ni me planteo publicitar el blog por la web. Ojalá consiga darle siquiera cierta continuidad.


Pero sí me prometo algo. Prometo que cada vez que tenga algo que contar, lo haré aquí. Porque son ya demasiadas confesiones las que el olvido se llevó. Demasiados delirios baloncestísticos que deseé con todas mis fuerzas poder contarle a alguien algun día, en confianza. Así que con tal propósito comienzo esta pequeña aventura. Con la egoísta voluntad de hacerme crecer a mí antes que al resto. Si lo lee alguien, que me perdone.

Espero que os guste, pero sobre todo, deseo que me guste a mi.